domingo, 18 de septiembre de 2011

El lugar de la visión del vencido

La historia de los vencidos apunta a reconocer en la historia algo que está oculto que está fuera de la vista de la realidad cotidiana del poder, una historia de esta naturaleza reclama un punto de vista particular comprometido con el secreto oculto. ¿puede una visión o mirada particular desvelar el objeto, la realidad del mundo? ¿En que medida la iluminación, en palabras de Sartre, de un sujeto particular sobre su objeto de saber puede alcanzar su verdad?
Desde el punto de vista del Materialismo Histórico, la universalidad de la exclusión obliga por necesidad, por un momento de urgencia, al sujeto oprimido a abrirse en una relación total con el otro, con las estructuras de mundo, hacia la universalidad del ser y el saber. Si el proletariado y su punto de vista reclaman el secreto de la realidad moderna, la verdad de esa época, que permanece oculta en primera instancia a la actividad cotidiana y normalizada del sistema, es porque busca romper las relaciones asimétricas que los condenan a la exclusión de los logros de la humanidad y sólo lo hacen participe de sus “tragedias”. En cuanto la injusticia es sentida (ante todo que es sentida) por los oprimidos, la necesidad de la verdad irrumpe y se crea un nuevo campo de visión para ella. En este nuevo campo de visión lo primero que aparece es el mismo sujeto que mira y pregunta sobre su naturaleza. El saber y su verdad están vinculados al hombre “que lucha” como señala Benjamín.
¿El vencido comparte con el proletariado un campo de visión semejante? ¿Cómo captarse a si mismo bajo la condición de exclusión a la que ha sido sometido después de la lucha?¿Cómo hablar de si mismo desde esa otredad definida por la derrota (y no por la injusticia)?
En el caso de la visión de los vencidos, León Portilla parte de la premisa que la relación fundamental que se produce con la conquista es la de los vencedores y los vencidos, por lo que se propone es ofrecer la visión de los vencidos, la verdad que reside en su manera de ver el mundo y a través de ella descubrir la naturaleza de este sujeto-objeto particular.
En el espíritu romántico en el que está escrita la obra, dicha visión de los vencidos puede ser encontrada en la palabra con la que testimonian el hecho fundamental que definió su destino, es una visión que emana de la vida contenida en estos testimonios, se construye así una relación entre vida y saber: vida-visión-saber, en la que la mirada es la mediación, puente entre uno extremo y otro. El lenguaje ofrece la naturaleza del que narra, la manifestación lingüística se identifica en esta perspectiva como la verdad misma.
Sin moverse del lugar discursivo del vencedor, el vencido puede hablar sobre si mismo, el desplazamiento “epistemológico” ocurre en otro tiempo, en el lector. En la distancia temporal podrá sin dejar de “emocionarse” superar la parcialidad del testimonio. Su compenetración con la visión de los vencidos le ofrece la posibilidad de resolver, no el estatuto del vencido, sino el conflicto que se deriva de él: el conflicto en la naturaleza de los herederos de la conquista, se le ofrece la conciliación a su ser mestizo, a su condición ecléctica, a, mediante la superación del conflicto, su condición "integradora de la naturaleza nacional".
El mestizo (sujeto-nación) puede así reconocerse al reconocer su dualidad en el campo de un conflicto. Su propia existencia ilumina a los dos sujetos en la dialéctica del conflicto, en la que ambos se afirman (aunque en ella el vencido se niega). Así que el vencido y su civilización afirman, al negarse, a otro que se define como heredero de la conquista, en tanto vencido.
José Pantoja

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