miércoles, 8 de diciembre de 2010

La historia como metafora de la libertad

Cuando el historiador se enfrenta a determinados hechos que ha decidido estudiar, es una constante el preguntarse como hubieran ocurrido las cosas si los protagonistas hubieras tomado decisiones distintas que hubieran cambiado el rumbo de los hechos. Frente a estas interrogantes siempre se encuentra la cuestión de porque los personajes históricos han actuado de cierta manera, muchas veces contra sus ideales o su discurso. Con la llegada de la modernidad y la llamada “mayoría de edad” kantiana se empieza a hablar de la libertad como una cualidad humana con la que cada hombre puede decidir su manera de actuar, otros pensadores como Hegel nos dirían que el ser humano es libre, pero necesita de un Estado que proteja la libertad individual de la acción de los demás. Frente a declaraciones de esta índole cabe preguntarse ¿Cómo es que si el hombre es libre necesita una institución que le proteja? y ¿Cómo esta protección radica en la creación de normas que restringen la conducta humana?

Algo curioso con lo que se encontrar el historiador es que a los individuos a los que la historia doto con la inmortalidad por sus actos, en la mayoría de los casos, sus grandes acciones son producto de romper aquellas reglas que impone el Estado. Entonces vemos que el concepto de libertad que se tenía no funcionaba o no era correcto. Mi propósito es mostrar como la libertad que el hombre ha pretendido tener no es más que una aproximación a una entelequia y por lo tanto esta no puede ser el motor de la historia pues no ha existido con plenitud.

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