viernes, 21 de agosto de 2015


Seminario de Filosofía de la Historia

La Filosofía de la Historia en su labor reflexiva participa de varias  disciplinas, entre ellas el de la Filosofía y el de la historiografía. En nuestro Seminario de Filosofía de la Historia nos propusimos fomentar la perspectiva transdiciplinaria  en la reflexión sobre las condiciones de posibilidad de la producción teórica en la historia y en la revisión de las diferentes filosofías de la historia vigentes en el siglo XX y XXI. Continuando con esta pauta, en esta ocasión la sesión anual del Seminario de Filosofía de la Historia del 2015 está destinada a reflexionar sobre la importancia de la teoría de la historia en la investigación histórica, así como a compartir las experiencias de investigación de los jóvenes egresados de la Licenciatura en Historia en torno a la aplicación de conjuntos categoriales (provenientes de una o varias teorías) para resolver problemas históricos y organizar el material empírico en el proceso de elaboración de sus tesis.

Martes 25 de agosto
Mesa: Teorías y filosofías de la historia en construcción

Presentación
10:00 José Pantoja Reyes: La teoría de la historia después del giro lingüístico
Ponencias
10:15 Vladimir Yáñez García: La reconstrucción político-sicial a través del método existencialista: el caso de Antonio Díaz Soto y Gama.
10:45 Fabiola Chávez Bárcenas: Apuntes metodológicos para el estudio de la arquitectura religiosa durante el porfiriato.
11:15 Carlos Eduardo Salinas Bautista: Lo incondicionado en la realidad. Hacia una nueva filosofía de la Historia a partir del uso de la Hermenéutica que hace la Teología del siglo XX
11:45 Conclusiones de la mesa a cargo de Aarón Camacho López
12:00- 13:00 Debate general

Mesa: Teorías de la historia en el proceso de investigación
Presentación
17:00 Cecilia Urbán Sánchez: La historiografía del siglo XX ¿Una historia sin filosofía de la historia?
17:15  Eduardo Javier Alamillo Gutiérrez: Historiografía y literatura sentido en la ciencia histórica.
17:45 Darany Cienega Guevara: Reflexiones en torno a una teoría de la cultura popular de la protesta
18:15 Ana Verón Urías: Filosofía, religión y género en el estudio de las mujeres acusadas de hechicería en el siglo XVI
18:45 Elton John Apolinar Ruíz: Las filosofías migrantes de Alemania a México (de Hegel a Julio López Chávez)
19:15 Conclusiones a cargo de José Pantoja Reyes
19:30- 20:00 Debate general

Miércoles 26 de agosto
Mesa: Las articulaciones. Filosofía, Teoría e Historia

11:00 Aarón Camacho López: “Una forma de comprendemos y conocernos históricamente. Filosofía y teoría de la Historia, un dialogo inadvertido.”
Comentario a la ponencia a cargo de Gustavo García Conde        
12: 00 Discusión
Modera: José Pantoja Reyes

17:00 Juan Carlos Santander: “Las articulaciones ¿invisibles? Entre la teoría y la investigación histórica”
Comentario a la ponencia a cargo de Gustavo García Conde
18:00 Discusión
Modera: Aarón Camacho López


José R. Pantoja Reyes
Aarón Camacho López
Cecilia Urbán Sánchez
Organizadores



Informes

martes, 4 de octubre de 2011

Lo popular y el discurso dominante


José Pantoja
Los estudios históricos actuales de los grupos populares en las revoluciones, ha dejado atrás en casi todos lados el espíritu combativo de la renovación historiográfica de los años setenta y ochenta, y en general han adquirido un tono más “académico” en el que la moderación va acompañada de una apertura hacia enfoques que han perdido el interés por las relaciones de poder o de clase y han levantado su mirada más allá  sobre los cambios inherentes a las coyunturas para centrarse en las tendencias de continuidad y las supervivencias de lo tradicional en escenarios llenos de conflictos.
En este tránsito se ha alterado desde luego el sentido historiográfico, se ha pasado de la búsqueda del “verdadero rostro” de lo popular, hacia el reencuentro nostálgico con la cultura y prácticas populares, de la búsqueda de la voz al descubrimiento del silencio. Sin embargo, las transformaciones en la práctica historiadora no ha evitado que el problema de fondo subsista, ¿cómo librarse del peso del discurso histórico de la dominación sobre la las voz y los rostros de los grupos populares?
 La dominación de un grupo sobre otro u otros no se sostiene sobre un absoluto de exclusión por el contrario su fuerza está en la continua inclusión del todo social a las relaciones de dominio, la permanente exclusión del poder y de la riqueza social requiere de mantener férrea la relación de sometimiento y explotación. Por ello, los explotados y subalternos encuentran un lugar en el discurso de la dominación, el lugar de la negación. Negación que en su desdoblamiento dialéctico da paso al de la afirmación: un grupo se afirma negando a los otros.
 La negación es una operación pública, abierta, que opera con un amplio cinismo, de aquel que asume legítimamente su poder y lugar: de vencedor. También es cierto que la negación es un ocultamiento, una reducción de aquellos sometidos a un solo valor: el de vencidos. En el discurso de la dominación ambas categorías se vuelven sustancia: un ser.
Distingamos el problema planteando que los explotados y subalternos (o los sometidos a la dominación de cualquier tipo), el pueblo, quedan incorporados al discurso dominante, que le son necesarios, consustanciales y sin ellos el discurso dominante pierde sentido pues este es al mismo tiempo un discurso de la dominación, la narración histórica en sentido historicista[3] es parte de esta acción permanente de dominio cuyo objetivo es mantener vigente la categoría del vencido  y la relación de dominio que la produce.
Es de la relación entre vencedor y vencido que surge la lógica del progreso, en ella queda justificado todo sacrificio, desventura o pérdida (y aquí toda pérdida es humana)  y la derrota de la mayoría y el triunfo de unos cuantos se torna en “buenas” nuevas para todos. La marcha triunfal del vencedor en la historia adquiere en esa perspectiva un valor “positivo” para la humanidad e incluso la “derrota” y el sacrificio humano adquiere también el tono positivo de la victoria pues sirvió como medio en el triunfo del vencedor y queda así incluido en el progreso histórico, el triunfo no sería completo si los derrotados no son incorporados al discurso.
Es al vencedor al que le interesa construir un mundo heroico en el que pueda reconocerse, sólo en el combate de iguales el vencedor adquiere dignidad, sólo en el absoluto cinismo, el vencedor acepta la indignidad de derrotar a un débil destinado al sacrificio. La dominación descarnada alude, para compensarla, a los logros obtenidos o prometidos después de la hazaña, pero la guerra prometica emprendida contra otros hombres para alcanzar designios divinos o humanos está horadada por la ilegitimidad frente a los ojos de los sometidos y condenados de la tierra.